martes, 24 de diciembre de 2013

esta noche soñé que estaba en Nueva York

Esta noche volveré al mismo sitio del año pasado y del otro y del otro…A cenar con una familia amplia, demasiado amplia (en mi caso los cuñaos sabelotodo prepotentes son los maridos de mis primas, mis tíos…) tan amplia que a más de la mitad (y eso significa casi una decena) solo les veo una vez al año, en Nochebuena, viviendo todos en la misma ciudad. Había años en que me perdía en ensoñaciones de Nochebuenas futuras diferentes, desgraciadamente siempre implicaban tener pareja: un viaje, una velada íntima, una cena con la familia política, que en la silla de al lado se sentara ella y no el cuñao número 3…Que mis primas, esas que veo de higos a brevas, preguntaran a madre “¿y ésta por qué no baja?” y ella dijera no sé, improviso, “se fue ayer a Nueva York con la novia; no volverá hasta el año que viene” ante la cara de estupor estupefacto de la interrogadora… y la de mi yo no soñador, que duda muy mucho que madre sepa decir siquiera Nueva York.

Esas ensoñaciones ya acabaron, ahora solo me emborracho. Y acabaron porque sé que dentro de un año, de dos, de tres, de 20 todo seguirá igual, y si cambia será por causas negativas (madre morirá y yo no querré ir, o yo enfermaré/moriré o morirá la anfitriona o habrá una guerra familiar por la venta de la casa o habrá una guerra civil o mundial….) Nunca tendré pareja. Sin pareja a los 40 solo hay inercia de soledad y vacío…eres mierda. A no ser que te acabes de separar, ello es, estés en ese corto espacio de tiempo que pasa de tener una pareja a tener otra, que es donde se sitúan dos primos míos este año, el primero de los cuales espero pueda meter mano al mueble bar de su padre con impunidad, para que la borrachera tenga más fundamento.

Ya ni me lo planteo. Lo de tener pareja. Es imposible. Hay que admitir la derrota. Además, ya pasó el momento. La mujer de mi vida ya salió en esta película. Y me rechazó. E hizo su vida aparte. Y de ella ya solo me queda su última hora de conexión en el guasap, su foto de perfil y su estado y la foto en pequeñito de su cv que he visto por internet. Sí, soy un poquito stalker, lo reconozco. Y jamás leerá esto, pero si lo hiciera, se cabrearía y me bloquearía en el guasap. La mujer de mi vida me desprecia. Supongo que siempre lo hizo; supongo que igual que todas las mujeres que he conocido. Y todas las mujeres que pudiera conocer también lo harían. Nunca me volveré a enamorar, jamás.

lunes, 28 de octubre de 2013

Desencanto



Creo que estoy en medio de una grave crisis existencial. Debe de ser la crisis de los casi 40. Estoy muy desencantada con todo. Y veo que estoy cambiando en según qué cosas. Por ejemplo, con el tiempo me he convertido en más conservadora, me irritan mucho algunos rojos o algunos pensamientos de los izquierdistas. Ahora si defiendes la unidad de España eres una facha, y esto no solo te lo dicen los indepes catalanes, también te lo puede decir alguien que en su puta vida haya pisado Cataluña, solo porque la idea de España es para ellos la del aguilucho (huelga decir que muchos ni han vivido el franquismo, siquiera). Se piensan que los indepes catalanes y los políticos que defienden la independencia son guays porque quieren irse de la España casposa y retrógrada que representa la mayoría absoluta del PP. Cuando la realidad es que odian España, así, en general, y pensarían igual aunque España fuese una república presidida por la Pasionaria. También es típico de progres criticar al Real Madrid, como paradigma del puto facha rico derrochador, mientras que el Barça es lo contrario. Menuda mierda de idea… Estas facetas me joden sobremanera, pero el buenismo progre también me mosquea en muchos otros casos, hasta tal punto que a veces me entra como una inquietud cuando veo El intermedio, uno de los pocos programas de la tele que me gustan actualmente. Y también me pasa si leo el twitter del Escolar o el blog del Descodificador. Y, por el contrario, a veces puedo mirar 13tv o Intereconomía sin sonrojarme, es más, incluso a veces puedo estar de acuerdo en según qué cosas dicen. Me estoy moviendo de la izquierda al centro, sí, y tal vez como siga así, lo mismo defiendo la Iglesia, digo no al aborto y me pongo en contra del puto matrimonio homosexual aberrante de mierda. Debe de ser la edad… o el desencanto. Porque paralelamente si un grupo de ultraizquierdosos pegara fuego a empresarios, políticos, banqueros y tanta bazofia que hay, me pondría de su lado y los defendería. Porque esta crisis que está haciendo desaparecer la clase media es culpa suya y ya está bien de tragar como los borregos que somos.

También me pasa que gente que admiraba años ha me empieza a cansar, a hastiar, cuestiono sus creencias, razonamientos y hasta sentimientos. Lo que antes me podría parecer correcto, encantador o maravilloso, ahora me parece equivocado, carente de sentido o directamente me asquea. Y cualquier cosa que puedan decir o hacer me hace soltar la vena cínica y escépticamente levanto la ceja que ríete tú de la del Carletto y el Sobera juntos. Paralelamente, y en relación, mi misantropía se ha elevado hasta hacer saltar los límites de los grados de intensidad. Cuando conozco a alguien simplemente pienso “este tío/tía pertenece a la raza humana, ajá, por lo tanto es una puta mierda hasta que me demuestre lo contrario”. Bueno, eso era antes, ahora mi misantropía está tan disparada que he sustituido el “hasta que” por el “aunque”. Curiosamente mi consideración hacia los gatos sigue el camino inverso. Los amo y amaré aunque me encuentre con alguno que me arañe, me muerda y me mande al hospital toda sangrando. Y así es como me voy a convertir en la loca de los gatos. Conocer a gente nueva me hace arder el estómago; conocer a gatos nuevos me dibuja una sonrisa bobalicona.

Y tampoco le encuentro el qué a ver películas o series, o leer libros, ya rara vez alguno me gusta. Ni me engancha el fútbol (ni aunque ganara el Madrid). Hasta comer ya no me dice nada, y eso que lo único que tengo en común con el Junqueres ese es el volumen. Si es que hasta las Voll-Damm me dejan ya desencantada, con lo que yo he sido… (de borracha).

Estoy cambiando. Llámalo madurar. O tal vez llámalo incapacidad para ilusionarme por necrosis del corazón y miembros adheridos. O llámalo simplemente hostias que te da la vida.